jueves, 24 de septiembre de 2015

YIYA MURANO, LA ENVENENADORA DE MONSERRAT

El caso


María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano llegó a las tapas de los diarios argentinos a finales de abril de 1979 rebautizada como "Yiya, la envenenadora de Monserrat".




Yiya nació el 20 de Mayo de 1930 en la provincia de Corrientes, Argentina y sus orígenes provienen de una familia de militares de clase alta. Se recibió de maestra pero nunca ejercicio ya que ella confiaba que su primer marido la mantendría económicamente toda su vida. Su afán por los placeres en su vida significó mucho más que la adquisición de joyas y pasar las tardes en las prestigiosas confiterías de Bueno Aires, Yiya estaba cegada por el dinero. 



A fines de 1979 fue acusada  y condenada por haber estafado y envenenado a sus tres amigas lo que la llevo a estar presa durante dieciséis años. También logro su fama por haber cosechado 194 amantes a lo largo de su vida, entre ellos artistas y generales militares.
Su caso policial es uno de los más famosos en la historia argentina a pesar de que ella hasta la actualidad continué defendiendo su "inocencia". 











¿Quién es Yiya Murano?





Dejando de lado sus frecuentes aventuras amorosas, Murano tuvo tres maridos, a cada uno de los cuales siempre les exigió no solo sostén económico sino una vida llena de comodidades y lujos. Entre la centena de hombres que se rindieron a sus pies uno de ellos le compro dos departamentos que regalo según declara sin pudor. 
A Yiya le encantaba jugar al poker y tomar el té junto a sus amigas, encuentros a los que no asistía con las manos vacías ya que siempre les preparaba un paquete de masitas. A veces se reunían en las confiterías francesas sobre la Avenida Santa Fe o las linderas al cementerio de la Recoleta y si bien ella adoraba esos salones que pensaba eran acordes a la de una dama de su clase los encuentros que más disfrutaba era cuando se realizaban en las casonas de la zona norte, en las  propiedades de sus amistades. 
Hasta el viernes 27 de abril de 1979 Yiya fue reconocida por ser la señora de un doctor, Antonio Murano, abogado civil retirado, por ser la esposa que alternaba su vida doméstica con funciones en teatros, tardes de té en confiterías del centro y viajes a Punta del Este y Mar del Plata.
Todo para aquella mujer cambio a partir de ese viernes, cuando un agente de policía golpeó la puerta de su departamento en la calle México y los diarios la catalogaron como la envenenadora de Monserrat.







Yiya Murano: Culpable



El 27 de abril de 1979 la policía detuvo a Yiya en su hogar de la calle México sospechada de haber estafado por la suma total de $300,000 y de haber asesinado a sus tres amigas: Carmen Zulema, viuda de un importante empresario y al mismo tiempo su propia prima; Nilda Gamba y Lelia Formizano. Las tres presentaban restos de cianuro colocado, según determinaron las pruebas, en las masitas que Murano misma había preparado para el té.








"Pero por favor si yo no sé cocinar, ¿Cómo les habría preparado masitas envenenadas?", exclamó la acusada a los investigadores cuando se la llevaban a la cárcel de Ezeiza donde fue recluida.  En ese momento solo pidió que le permitiesen ponerse un abrigo y arreglarse un poco mientras con gran convicción se declaraba inocente de todos los cargos. 


El contexto de la época



Desde 1976 hasta 1982 tomo el poder político del país un gobierno defacto bajo el lema de un  "Proceso de Reorganización Nacional" acompañado de un fuerte periodo de inflación y devaluación a nivel económico.













En 1979, Argentina vivía sus años más oscuros. El gobierno de Isabel Martínez de Perón había sido derrocado tres años antes y la Junta Militar, con el dictador Jorge Videla a la cabeza, estaba al mando. El contexto social era el peor y la economía estaba en manos de José Martinez de Hoz que, a fines de 1978,  había provocado con sus medidas la especulación y la pérdida de los ahorristas. La moneda nacional habia sufrido una fuerte devaluación y la deuda externa se profundizaba cada vez más mientras los capitales extranjeros se retiraban del país.

En ese desanimo generalizado, Murano tenía por entonces 49 años y se dedicaba a la estafa financiera  para recuperar su ya perdido estilo de vida, prometiendo entre sus conocidos que podría hacerles ganar mayor tasa de interés que las que otorgaban los bancos. Además, se caracterizaba por ser mitomana y gozar de un gran poder para crear relatos que convencían  a otros de sus mentiras.



¿Por qué lo hizo?

A pesar de provenir de una familia acomodada y de haber tenido maridos con cargos prestigiosos como lo puede ser el de un abogado o un médico, Murano carecía de una buena educación y sus problemas económicos iban en aumento, ésta situación  empeoró luego de que su primer esposo la dejara. 





Con su poder de manipulación Yiya logró convencer a las tres mujeres de invertir numerosas sumas de dinero a cambio de obtener una taza de interés más alta de la que ofrecían los bancos. 
Decía tener contactos con la dictadura de Jorge Rafael Videla, su padre había sido militar y su esposo un abogado de prestigio, por eso sabía muy bien en qué oscuras financieras había que invertir el dinero para que se multiplicara. 





No había que trabajar, simplemente esperar los intereses. De esta forma consiguió con sus poderes de seducción, prometiendoles futuros negocios que les traerían grandes fortunas, que sus amigas más cercanas sacaran el dinero depositado en los bancos y lo dejaran todo en sus manos, a cambio de pagarés que Yiya jamás podría devolverles, metiéndose en una deuda que la llevaría a terminar bajo las rejas.




La primer victima




Nilda Gamba era amiga de Yiya, la noche del viernes 9 de febrero de 1979 fue a cenar a la casa de los Murano y al día siguiente comenzó a sentir dolores agudos en su estómago y fuertes nauseas, el médico le diagnosticó intoxicación. Esa noche Yiya, quien le debía dinero,  la cuidó pero llamativamente Gamba empeoró, entró en estado de coma y el domingo 11 de febrero falleció. Su cuerpo presentaba signos de haber sido envenenado con cianuro alcalino, este veneno “condimentaba” las masas que casualmente siempre convidaba la asesina. 




Segunda victima


Leila Formisano de Ayala murió el 25 de Febrero de 1979, 15 días después que Nilda Gamba. A las dos les debía dinero y en ambas viviendas había un paquete de masas caseras, parecido al que cargaba cuando fue a visitar a su prima. Las necropsias de las mujeres revelaron la presencia del mismo veneno.Las dudas se desvanecieron para confirmar que Murano había envenenado a las tres mujeres por una deuda total de 300 mil dolares y que las masitas eran el escondite del tóxico letal.








Tercer victima


El 24 de marzo de 1979, Carmen Zulema del Giorgio de Venturini, prima de Murano, sufre una caída y muere en la escalera del edificio de la calle Hipólito Yrigoyen donde vivía. 






El portero del edificio dijo que mientras la Señora de Venturini agonizaba en el interior del edificio, la Señora Murano había llegado a visitarla con un misterioso paquete en sus mano, luego se descubriría que eran las conocidas masas "petits fours" una especie de galletas dulces muy comunes en Argentina. De la manera más natural esta curiosa mujer le pidió una copia de las llaves del departamento de su prima, justificando su intromisión con que necesitaba su libretita para avisar de lo ocurrido a los parientes. Según el portero Murano había entrado en la vivienda de la mujer y luego había salido rápidamente con unos papeles y un frasquito en la mano lamentando a los gritos "Dios mío, es la tercera amiga que se me muere en poco tiempo".






Más tarde, Diana, la hija de Carmen, declaraba que la casa estaba revuelta y que faltaba un pagaré de 20 millones de pesos ley. Era el préstamo que le había extendido a Yiya, dinero al que le duplicaría el valor al considerarse experta en esos negocios.
 Primero se había diagnosticado muerte natural por paro cardíaco pero se realizó una nueva autopsia. Los peritos descubrieron cianuro en el cadáver y relacionaron el veneno con el supuesto frasco mencionado por el encargado. A los pocos días vincularon esta muerte con el de las otras dos mujeres, Nilda Gamba y Lelia Formisano de Ayala. Para los investigadores solo fue cuestión de atar cabos,  Murano les debía dinero y los cuerpos presentaban signos de haber sido envenenados con cianuro camuflado dentro de las masas.



Masas envenenadas 









La condena 

Cuando Diego Pérez, el juez de instrucción, ordenó la prisión preventiva, suponía que las masas llevadas al departamento de su prima le servirían para reforzar el efecto de ese otro medio empleado, un aparente medicamento que retiró del lugar.
Yiya estuvo presa por primera vez entre el 1979 y el 1982, cuando fue absuelta en primera instancia. Tres años después, el fallo fue anulado y le dieron prisión perpetua. 






En 1980 las trabajadoras del Servicio Penitenciario encuentran a Yiya desmayada en los pasillos de la prisión. Era un tumor que luego le fue extirpado. Logró recuperarse muy bien. En 1982 supo que el juez Ángel Mercado la había encontrado inocente de las muertes y ordenó su inmediata libertad. Esa bocanada de aire duró poco: en 1985 la Cámara de Apelaciones la encontró culpable de los cargos en su contra y volvió a prisión. En noviembre del 1995 quedó en libertad, beneficiada por la conmutación de la pena de reclusión perpetua y la aplicación de la "Ley del 2 x 1" que permitieron que en los años 90 se considerase que Yiya Murano había cumplido su pena.






Como parte del mito Murano los jueces que dictaron su libertad recibieron un paquete de masas que jamás comieron.





Entre frasquitos y pagarés





La puntita de una cuchara con cianuro sobra para matar a una persona, Yiya puso en las masas una  dosis como para matar a treinta personas.
 Convidó el postre a Carmen Zulema del Giorgi de Venturini,  su prima, su tercera víctima y la que desencadenó la investigación. 



Con respecto al frasquito que sacó del departamento de su prima mientras todos socorrían a la fallecida y al pagaré firmado por un préstamo, ambos elementos reveladores de su coartada, Yiya niega la verdad de esta versión y afirma con firmeza que tenía perfumes que "era la loca de los perfumes".





La única confesión



Yiya Murano confeso por única vez haber cometido los crímenes según relato su hijo, Martin Murano, en su libro "Mi madre, Yiya Murano" editado por Planeta en 1994.
Allí Martin relata como fue su experiencia luego de que su madre saliera en las noticias como una asesina. Según cuenta, Yiya huyó cuando conoció el fallo de la Sala Tercera de la Cámara del Crimen que el 28 de junio de 1985 la condenó a prisión perpetua por el triple homicidio. 
Martin Murano recibía llamadas a todas horas amenazándolo para que dijera donde estaba su madre. Con toda la intención de que los policías descubrieran donde estaba Yiya se dirigió al Aeroparque y compro un pasaje y así guió a los hombres a la humilde casita donde se escondía su madre. Allí en ese encuentro Yiya pronuncio las palabras "Si, yo las mate, tenia que devolverles la plata. El tuvo la idea de que las matara". 






Nunca puedo revelar a quien se refería su madre al decir "El" supuso que se trato de algún amante. En su libro también transcribió "Y bueno, después les di el veneno. Estaba, estaba en los séquitos del te". A pesar de esto, Yiya pudo evitar confesar a la policía debido a la intervención de su otro hijo, un militar.




Los tiempos finales de Yiya Murano




Aún habría un capítulo más en la historia de Murano. Se casó por tercera vez con un hombre ciego y se fue a vivir con él y con su hija, quien la echó de la casa cuando sospechó que la estaba envenenando.

Su historia se hizo muy famosa en la argentina, incluso un capitulo del seriado "Mujeres Asesinas" fue dedicado a su caso con el protagonico de la actriz Nacha Guevara. 
También fue entrevistada por la actriz Soledad Silveyra en el año 2008 en el programa "Un tiempo después" donde aun continuo afirmando que era inocente. 
 Yiya terminó en un geriátrico, quienes tuvieron contacto con ella aseguran que jamás recibió visitas, ni de su hijo, pese a que juró que ya se había reconciliado ya que este se mudó al interior del país, alegando que jamas creyó en la inocencia de su madre.
Si bien lo ultimo que se supo de ella, hace poco menos de dos años, que vivía en un geriátrico y que tenía demencia senil, hoy en día su muerte no está confirmada, su vida tampoco. 











 Antecedentes

















Sorprendentemente, para la curiosidad de muchos, años anteriores a los asesinatos cometidos por Yiya Murano e incluso años después de los hechos, ocurrieron varios casos similares de envenenamiento a familiares, particularmente a esposos, es necesario tener en cuenta el contexto de la época, en el cual los seguros de vida habían cobrado un valor considerable y los ciclos de crisis económicas llevaban a las personas a cometer las mayores atrocidades cegadas por dinero. 















































































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